El taller de Jar II (Segunda época)

jueves, 9 de diciembre de 2010

Ficcionario.




En Mayo de 2010 tuve la suerte de entrevistar al dibujante y guionista argentino Horacio Altuna, en Montevideo. Generalmente cuelgo las notas tal como salen en el diario, luego del trabajo de edición que hace el equipo del Cultural. Pero esta vez voy a poner la nota tal cual la envié al suplemento. Por una cuestión de espacio, algún párrafo que otro tuvo que ser sacado. Aprovechando el blog, acá va la nota completa. Amigos, muchas gracias por leer.

Octubre 2010

Este post estaba trancado hace rato. Ha sido un año largo, complicado y bello a la vez. El otro día, mi amigo Marcos me preguntó por qué no colgaba las versiones de las notas que mandaba al suplemento antes de que tuvieran que achicarlas. Insisto, no por mala onda, sino por espacio.
Acá va una versión larga. Gracias

Diciembre 2010.






Con el dibujante Horacio Altuna.



Las puertitas del Sr. Altuna



Daniel Veloso


LA ÚLTIMA VEZ que estuvo en Montevideo, recuerda Horacio Altuna, fue en 1967. Tenía veinticinco años y hacía poco que había empezado su carrera como dibujante. Aquella vez vino al Estadio Centenario a ver a su Racing de Avellaneda salir campeón de la Copa Intercontinental, contra el Celtic de Escocia. Su segunda vez, en mayo pasado, fue para participar de Montevideo Cómics.
Altuna nació en 1941 en la provincia de Córdoba, y ya desde muy joven consiguió que sus dibujos fueran publicados por Columba, la editorial que dominaba el mercado de revistas de historietas en Argentina. En las revistas de Columba como D'Artagnan o El Tony  dibujó varias historietas como Big Norman, con guión del paraguayo Robin Wood, y Kabul de Bengala, de Héctor Germán Oesterheld, entre otras.
En 1974 a través de la revista Satiricón, conoció al guionista Carlos Trillo, del que se hizo amigo y con el que formó una de las duplas más importantes de la historia del cómic, creando historietas mundialmente reconocidas como Las Puertitas del Sr. López, El Loco Chávez o El último recreo.






Por convención, en las tapas de los libros de historietas se separa al dibujante del guionista, como si uno no tuviera influencia sobre el trabajo del otro. Esto hace que la paternidad de la idea sea atribuida al guionista. Altuna muestra especial celo en aclarar cada vez que puede la coautoría de los trabajos publicados por el dúo. “Todas las historietas las hicimos juntos”, dice.
Fue por 1976 que Altuna empezó a trabajar para dos revistas de Gran Bretaña, sin embargo no le gusta hablar de esa época. “Mi carrera profesional tiene dos etapas: una, que no me interesa, de 1975 para atrás, que es cuando hacía los guiones por encargo. Del 75 para adelante es mi carrera como autor”. Después de esta etapa,  Altuna dice que se convierte en un “autor integral” y es a partir de ahí que comienza “a dibujar lo que quería”.
Cuando los militares dan el golpe de estado en marzo de 1976,  Horacio Altuna publicaba en el diario Clarín, la tira diaria El Loco Chávez, sobre un periodista irreverente y sus aventuras.
Es muy común, cuenta, que cada vez que visita Argentina, en el aeropuerto por ejemplo, un funcionario al leer su documento de identidad exclame: “Altuna, el del Loco Chávez”. Explica que la gente se acuerda de las historias y enredos amorosos de aquel periodista, que salió diariamente durante trece años en el diario en formato de tira cómica. “El Loco Chávez ocupó un espacio importante en el imaginario de la gente”.
En el contexto de censura que imponía la dictadura, la tira mostraba “un trasfondo” que podía ser vinculado por el lector a la situación política del momento, pero no mucho más.
Cuenta que un funcionario de la dictadura apareció un día, para decirles que cambiaran el personaje, que debía ser “más moral, porque era mujeriego, no le hacía caso a su jefe y era un tipo díscolo para la estupidez que gobernaba en aquel entonces”.
Altuna dice que en El Loco Chávez casi no aparecen guiñadas al lector, pero igual “la gente muchas veces encontraba mensajes en las cosas que nosotros poníamos”.














CRUZANDO EL UMBRAL. En cambio con Las puertitas del Sr. López corrieron el riesgo. Fue publicada por primera vez en la revista EL Péndulo en 1979 para luego pasar a Humor. En esta revista tenían más libertad para expresarse que en el diario, dotando a sus historias de una intención política más clara.
Así aparecieron episodios donde el Sr. López , tras atravesar la puerta de un baño, visita un mundo extraño donde los personajes aparecen con los globos vacíos, sin palabras dentro. “Era un mundo dónde estaba prohibido hablar”.
Altuna dice que allí el lector sí podía encontrar mensajes disimulados, pero aclara que “era una época en donde era fácil encontrar muchas lecturas en muchas cosas”.
De aquella época recuerda en especial la historieta en que el Sr. López es elegido presidente. En su discurso de asunción del mando dice que va a mejorar las condiciones del pueblo pero inmediatamente aparece un general y le dice que una junta militar asumirá su puesto. López, estereotipo del hombre cobarde que no enfrenta su destino, saldrá de la casa de gobierno por la puerta por donde entró. “Eso salió publicado en plena dictadura”, señala.
 




En la revista Humor, Trillo y Altuna se arriesgaban a criticar al régimen militar, no así en Clarín, aunque niega que hubiera un representante de la censura dentro del diario. “Todo el mundo tenía un censor adentro de la cabeza”, explica.  El dibujante dice que eso funcionaba en los trabajadores de la prensa como un instinto de conservación. “Cualquiera que trabaje en un medio sabe cuáles son los límites de lo que se puede decir, y por ahí sin ser autocensura uno ya tiene establecidas las reglas de juego”.
Altuna cuenta que, paradójicamente, fue con el retorno de la Democracia que fue atacado por publicar una viñeta. “Hice un chiste sobre Raúl Alfonsín, y la Fundación Plural, que era del Partido Radical, pidió mi cabeza”. Era un momento complicado para la presidencia de Alfonsín (1983 – 1989), tras los levantamientos armados de los ‘carapintadas’, que buscaban  impedir el juzgamiento a los responsables de los crímenes cometidos durante la Dictadura.
El tema de la censura continúa siendo una de sus preocupaciones. Hoy le molesta la que percibe en España. Allí “la censura la pone el lector”. Cuenta que en la península “hay más censura que acá”, ya que “lo políticamente correcto ha invadido y censura todo”. Dice que ya no es posible recurrir a chistes “que puedan tener un tinte machista” por ejemplo. “Eso no quiere decir que uno sea machista, ni antisemita, ni un desgraciado que esté en contra de los discapacitados”, pero se queja de que esto impide al humorista expresarse.  Cita a los grandes humoristas gráficos españoles como Chumy Chúmez , “que si hoy viviesen no podrían hacer aquel humor”.





 



FUTUROS CERCANOS. En 1982 decide emigrar a España con su esposa y sus dos hijos. Era una jugada arriesgada porque iba a un país donde no conocían su trabajo. Atrás dejaba una situación laboral privilegiada, ya que en pocos años había conseguido trabajar para Clarín y para Humor, alcanzando “el techo profesional que se podía tener en Argentina”.
Se instala en Cataluña, en el pueblo de Sitges, al sur de la provincia de Barcelona. Comienza a trabajar de forma independiente haciendo historietas, al mismo tiempo que se va haciendo más tenue la colaboración con Carlos Trillo.
Las dificultades que ofrecía las comunicaciones de la época fueron erosionando la viabilidad del lazo entre dibujante y guionista. “Era un caos aquello, con doce mil kilómetros de distancia entre Argentina y España y las cartas que demoraban una semana y pico, y a veces hasta se perdían”.
Pero la causa principal fue que por fin podía dedicarse a contar sus propias historias. “Siempre me había gustado decir mis cosas y cuando tuve la posibilidad de hacer mis propios guiones dejé de hacerlos con Trillo”.
De esa época son sus álbumes con guión propio: Ficcionario, Chances, o Time out.
Algo comparten estas historias, un futuro hostil para los seres humanos. Altuna dice que esas visiones pesimistas se deben en parte a los requerimientos de Zona 84 una revista española de cómics de ciencia ficción para la que trabajaba. Añade que nunca le gustó ese género, pero como “eran las reglas de juego, yo hacía una historieta en donde el futuro era muy cercano, en donde había una dispersión, una exageración de la vida cotidiana de entonces y así quedó como un cómic de ciencia ficción”. Pero insiste en que su intención era hablar “más sobre la condición humana que sobre el futuro y lo que nos esperaba”.
Agrega que los cómics de aventuras no son su pasión, en cambio se desenvuelve mejor dibujando la vida cotidiana.  Eso es lo que prefiere: “ambiente urbano, costumbrismo, algún contenido social,  humor, e ideología también, porque yo estoy muy ideologizado”, dice riendo.
Por ejemplo, cuando el lector lee Ficcionario, desarrollada en una ciudad del futuro (donde la gente está hacinada y contenida por un aparato represivo) lo primero que ve, en segundo plano y sentados contra una pared, es a toda una galería de personajes, como drogadictos e indigentes. Dice que escenas así eran algo común en la España de los ochenta. “Era sensible a esas cosas que veía porque tenía hijos adolescentes y entonces tenía mis miedos también”.





 



LA BATALLA DE LOS ÁNGELES. Altuna reconoce que está muy influenciado por la cultura de masas estadounidense: “soy un tipo muy colonizado por Estados Unidos; me gusta la cultura americana pero no me gustan sus gobiernos”. Se declara fanático del teatro, del cómic, de la literatura y el cine estadounidense.
En ese sentido, varias de sus obras han sido ambientadas en ese país, como Charly Moon, en los estados sureños, Merdichesky, en Nueva York o Hot L.A., en Los Ángeles. “Hablo de EEUU y de esas realidades, pero de lo que más hablo es de la libertad, o de la condición humana, o del lugarcito al sol que todo ser humano busca”.
Charly Moon realizado con Carlos Trillo en 1979, relata la historia de un adolescente en un pueblo del sur de Estados Unidos de los años treinta. El cómic se destaca por el uso de planos y ángulos en las viñetas, como si se tratara de una película. “Cuando hago una historieta siempre la pienso como si estuviera filmando”. Sus historietas agrega, “en parte son como un story board”.








 

 Charly Moon


Esta habilidad no pasó desapercibida por el director argentino Luis Puenzo que lo llamó para trabajar en la película Gringo viejo de 1989.
No realizó el story board propiamente dicho, aunque sí colaboró con su armado, pero eso dibujos se han perdido. “Lo que yo hice es algo que en cine se llama ‘concept’, pero en los créditos de la película aparezco como sketch artist”.
Altuna trabajó en todos los planos generales de la película con el diseñador de producción de la película, Bruno Rubeo. “Después vi la película y se parecía bastante a mis dibujos”. Desde entonces con Puenzo son muy amigos.
Una de las características por las que se le ofreció ese trabajo fue por su seriedad a la hora de documentarse para construir sus historias. 













  

Este es el caso de HOT L.A. que trata sobre la rebelión civil que vivió durante seis días la ciudad de Los Ángeles entre abril y mayo de 1992.
Los disturbios estallaron ni bien la población de los barrios pobres del sur de la ciudad,  conoció la noticia de que un jurado absolvió a cuatro policías que habían sido filmados golpeando a un taxista negro. La violencia se apoderó de las calles y se hizo incontrolable. Dos días después el gobierno envió al ejército para detener los disturbios durante los cuales murieron sesenta personas, fueron saqueados comercios e incendiados cientos de edificios.
Altuna explica que la documentación para HOT L.A. está sacada de los diarios de Los Ángeles de esos días. “Sólo le di una vuelta de tuerca y le agregué personajes, pero lo que pasa en la historieta es documental”. Por ejemplo la unión inesperada de las dos pandillas callejeras más importantes de la ciudad, los Crips y los Bloods, contra la policía.
 Opina que de ocurrir una revolución social en el mundo “va a ocurrir en EEUU, porque es el único país que tiene el primer mundo y el tercer mundo dentro”.
 



 

MIRADA CRÍTICA. Imaginario es la historia de un paparazzi que sale a la calle con una cámara a buscar notas para un canal de noticias, y cuando la encuentra sale directamente al aire. Escrita y dibujada entre 1987 y 1988 anticipaba el mundo despiadado de la competencia por la audiencia. En la historieta, los camarógrafos mueren por una primicia.
Así veía a los medios masivos durante la década de los ochenta, pero hoy dice que los ve peor. “Soy muy crítico con los medios, por ejemplo he dejado de comprar y de leer periódicos porque mienten sobre la realidad de América Latina”. Cuenta que entonces se informa por Internet y contrasta la información entre las distintas fuentes. “Me doy cuenta de que todos los medios deforman la opinión”. Incluso va más allá y describe a Europa como un continente donde domina “un pensamiento único” y define la situación política como “una dictadura ideológica encubierta”.
Dice que eso es palpable con la crisis económica que actualmente vive Europa. “La única salida a la que los medios apuestan es la que da el Fondo Monetario Internacional (FMI), que todos sabemos qué consecuencias trajo para América Latina”.
En su crítica a los medios europeos recuerda que “dos semanas antes del ‘corralito’ (la restricción de retirar dinero de los bancos que impuso el gobierno argentino de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001), decían que la economía en Argentina era modélica”. Agrega que las grandes calificadoras nunca advirtieron del desastre económico que vivió la Argentina, ni la reciente crisis mundial sufrida en 2008 en la banca mundial, “y ahora tampoco advirtieron este desastre de la crisis económica en Europa, que estamos pagando todos; eso es la prensa hoy”.











MUJERES BONITAS. Los personajes femeninos son uno de los fuertes del dibujo de Horacio Altuna. Atraen las miradas de sus lectores, pero también críticas. Altuna se defiende diciendo que su personaje femenino más recordado, Pampita, de la tira El Loco Chávez, es además de bonita, inteligente.
Dice que si fuera machista su esposa lo echaría. “Es una mujer muy independiente, muy culta, y no aguantaría un tipo así al lado”.
Cuenta que dibujar mujeres hermosas es una habilidad que tiene desde sus inicios. “Siempre me gustó manejar la figura humana y puedo hacer una  mujer muy guapa o una mujer como la esposa de López”. En el caso de las mujeres “esa habilidad empezó a tener éxito con los lectores y con los editores, y me dieron una especie de sello como dibujante de chicas guapas”. Dice que no es más que una convención del género historietas.
Sin embargo defiende que como su interés radica en hacer historias de vida cotidiana, costumbrista y como el sexo y el erotismo forma parte de ello, “entonces no sé porque si uno hace una historieta con violencia, no llama la atención, pero si uno hace una historieta con erotismo, dicen: ‘Ah, es un maníaco sexual’ o poco menos, es ridículo”.
Se queja de que es acusado de poner el acento en el sexo. Esta habilidad sin embargo le ha permitido publicar por doce años sus historietas en Playboy. Allí sí sus historietas contienen escenas de sexo. “Ese es otro material, donde ahí sí están las reglas de juego establecidas”.

 




FAMILIA TIPO. Reeditando aquel éxito que alcanzó con la tira diaria del Loco Chávez, Altuna desde hace ocho años dibuja para el Periódico de Catalunya, la tira diaria Familia Tipo, una historia sobre un matrimonio con dos hijos adolescentes.
En ella se enfoca en describir a las nuevas generaciones, con “una visión bastante amable”.  Por ejemplo, Gus, el hijo adolescente, “un personaje absolutamente popular para los lectores, es un ‘pasota’, es decir, que no le interesa nada, que pasa de todo”. Gus no estudia, no trabaja, sólo quiere pasarla bien, “trata de ligar, de levantar minas pero no puede, porque nadie le da bola, ya que es un tipo que no tiene ninguna capacidad de seducción, es poco listo, grosero y al mismo tiempo ingenuo”.






Su hermana, también muy popular entre los lectores, está en esa edad, dice Altuna riendo, “entre niña y mujer, en que te dan ganas de adorarla o estrangularla”.  Agrega que su personaje posee una convicción muy feminista de su género, “de no ser un objeto sexual ni ser usada, ser independiente y muy activa en la defensa de derechos de su sexo, al mismo tiempo que es coqueta y seductora, pero que es débil ante los chicos”.
La esposa de Familia Tipo es el eje fundamental del hogar, inteligente, culta, trabaja en su casa y tiene actividades que desarrolla fuera de su casa.
Luego está el padre que “vendría a ser una especie de ‘alter ego’ mío, en el sentido de que es un tipo ‘progre’, de izquierda, que trabaja en una multinacional, con la que está en descuerdo con las políticas que se llevan dentro de la empresa”. Como muchos de sus personajes, como Beto Benedetti en Ficcionario, ve con desazón “el deterioro de toda la situación social, de las redes de contención social, pero no tiene respuesta a eso y es un tipo que tiene que laburar”. Además agrega: “Y tiene miedo al desempleo, cosa que es muy común en España. El miedo al desempleo”.





EL INMIGRANTE. Altuna a pesar de vivir en España hace veinticuatro años no deja de sentirse un inmigrante y hasta lo lleva con orgullo. Es un problema de identidad, dice, “de llevar a cabo, allí donde estés tu identidad, lo que tengas de argentino o de latinoamericano”. Explica que forma parte del enriquecimiento mutuo entre el país anfitrión y el inmigrante. En ese sentido dice que como argentino se enorgullece de la “formación sólida” que le brindó su país. “Modestamente lo que uno hace cuando va a otro país, es llevar lo que puede aportar”.
Confiesa que le va bien en España y que es reconocido. Dirige la Asociación Profesional de ilustradores de Catalunya, “una entidad grande, con seiscientos socios únicamente en Cataluña”. Además señala que sus colegas catalanes hayan elegido a un sudamericano “que no habla catalán” para que los dirija, “es un rasgo de respeto y de generosidad catalana”.
Conciente de que es un caso especial, explica que el tema de la inmigración en España, concentra su atención. De hecho tiene una historieta sobre esta temática que salió en un libro titulado Los otros, publicado en 2007 durante la Semana Negra de Gijón, la feria de historietas y novela negra que se celebra cada julio en Asturias.
Cuenta que parte de la inmigración que va de América Latina para España, son muchachas que crían niños de matrimonios españoles. Le irrita pensar “que las  mamás de esos niños trabajan para pagar a la chica que va a criar a su hijo, mientras esa chica boliviana o ecuatoriana, deja a sus hijos, aquí en América Latina, y los cría la abuela”.
Considera que es un sistema “arbitrario, ridículo e inhumano” que hace que nadie cuide “a los hijos que le corresponde”. 





Relata que tiene una amiga boliviana que tiene dos hijos viviendo en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia y que los cría por Internet. “Ella chequea sus notas, les dice si pueden salir y les dice qué es lo que se tienen que poner para salir”. Está admirado de esas  madres jóvenes, “absolutamente generosas, que les dan educación, y quieren que sus hijos entren a la universidad”. Dice que tal generosidad y desprendimiento no lo ve en Europa. En cambio, cuenta que se molesta cuando madres españolas le preguntan cómo puede ser que estas muchachas dejen a sus hijos en sus países de origen.  “Estás dejando que a tus hijos los críe otra mujer mientras vos vas al pilates, en lugar de estar con tu hijo. Es ridículo”, dice enfadado.

 




ETERNO RETORNO. Horacio Altuna cuenta que en abril de 1982, en plena “crisis de los cuarenta”, dejó su trabajo y emigró con su familia a España. “Teníamos los billetes de avión para irnos el catorce y el dos de abril invaden las Malvinas”. Fue una situación muy difícil. “Cuando uno se va del país, es una decisión muy personal y es una determinación muy jodida, porque no sabés si estás traicionando algo que te dio el país”.
Al mismo tiempo cuenta que su padre le dijo: “si te tenés que ir andate. Vos tenés una sola vida para vivir”.
Entonces dice que fue una opción personal, y que el sentimiento era “me voy porque me siento mal acá”.
La Dictadura en Argentina ayudó. “Fueron años horribles en donde yo tuve miedo. El miedo es humillante. Es el sentimiento más asqueroso que pueda haber”.
Esa misma decisión difícil de tomar, se la hizo vivir a El Loco Chávez que en los últimos cuatro meses de la historia, emigra del país.
Ya en Barcelona, le escribe a su padre: “la primer carta que le escribí a papá, le dije que era la primera vez en cuarenta años que me sentía en libertad. Era algo que yo todavía no había evaluado, porque era una cosa que me venía de adentro para afuera. Porque en tres días en Barcelona yo no podía saber, en qué consistía la Libertad”.
En ese momento sentía que había cortado las ataduras que lo unían a su país, pero pasado el tiempo es conciente “de que nunca he cortado definitivamente” dice riendo y agrega “nunca me termino de ir de Argentina”.
Dice que ese es su lugar en el mundo, pero que su esposa, sus hijos y sus nietos viven en Barcelona, “¿qué voy a hacer solo en Buenos Aires?”. Lo piensa un instante y recuerda que tiene muchos amigos, y que es la razón por la que vuelve. “Uno vive tomando decisiones, algunas están bien, otras están mal y otras nunca vas a saber si están bien o si están mal”.





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