El taller de Jar II (Segunda época)

martes, 18 de marzo de 2014

Ciclones tropicales en el Océano Atlántico Sur.

 
 Huracán Danielle, en el Atlántico Norte, agosto 2010.
 


Viernes 07.01.2011 Montevideo, Uruguay



El País Cultural

Huracanes en el Atlántico Sur


Un futuro tormentoso





Daniel Veloso



EL CICLÓN CATARINA, en marzo de 2004, asoló las costas de los estados brasileños de Santa Catarina y de Rio Grande do Sul, causando la pérdida de vidas humanas y provocando grandes destrozos en más de cien mil viviendas. Un año más tarde en Uruguay, el temporal de la noche del 23 y la madrugada del 24 de agosto de 2005 ocasionó innumerables daños materiales y causó la muerte a diez personas. En marzo de 2010 se volvió a formar frente al sur de Brasil otro ciclón tropical, Anita. Pero esta vez la fortuna estuvo del lado de las poblaciones costeras ya que, después de amenazar tocar tierra, finalmente se internó en el Océano Atlántico.
 

Tanto estos dos ciclones tropicales, inéditos para la historia reciente de Brasil como el temporal de 2005 en Uruguay, a simple vista parecen similares pero las apariencias engañan. Los ciclones tropicales son alimentados por la evaporación del agua caliente de los trópicos, mientras que los ciclones extratropicales, muy comunes en la región del Río de la Plata, son generados por inestabilidades baroclínicas, es decir, por la diferencia de temperatura entre dos masas de aire vecinas. El nombre de ciclón hace referencia al giro ciclónico de los vientos que rotan sobre un centro de baja presión. En el Hemisferio Norte lo hacen en sentido antihorario y en el Sur en sentido horario.


Los científicos que estudian la atmósfera se preguntan si estos ciclones tropicales del Atlántico Sur, a pesar de las condiciones adversas que en teoría impedirían su formación, no son producto del Cambio Climático Global.

El calentamiento de la superficie del mar, un hecho ya observado, podría hacer que la frecuencia de tormentas tropicales y huracanes creciera en el futuro. La pregunta es si algún día estos fenómenos podrían alcanzar las costas uruguayas.



9 de marzo de 2010. Anita se intensifica frente a la costa sur de Brasil.
 

Un buen susto. Las tormentas tropicales son raras en las costas de los estados del sur de Brasil, siendo más típico que sean alcanzados por las mismas depresiones extratropicales que afectan a Argentina y a Uruguay. Los primeros días de marzo de 2010 la empresa de pronósticos meteorológicos MetSul, con base en la ciudad riograndense de Sao Leopoldo, venía observando un sistema de baja presión que, proveniente del sur, se ubicaba en el Océano Atlántico, frente a las costas de Santa Catarina y Rio Grande do Sul.

Unos días después, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos comenzó a monitorearla. Sus modelos matemáticos pronosticaron que esa "baja" podría transformarse en un ciclón tropical y si esto ocurría, el núcleo del mismo, donde los vientos son más peligrosos, pasaría muy cerca de la costa.

El lunes 8 de marzo por la mañana, el sistema de baja presión que estaba sobre el mar se intensificó, dirigiéndose hacia la costa del sur de Brasil.

El meteorólogo brasileño Eugenio Hackbart, escribió en su blog que estaba molesto con sus colegas por no prestarle atención al fenómeno. Argumentaba que en los últimos años se habían formado centenares de ciclones extratropicales en las costas de Argentina y Uruguay, pero que sólo una vez se había formado un ciclón tropical: Catarina, en 2004, que llegó a Huracán grado dos, con vientos de 160 km/h.

Anita el 10 de marzo de 2010, "parado" frente a las costas de Rio Grande do Sul.



Esa noche, las imágenes mostraban al ciclón con un "ojo" característico, que avanzaba hacia el litoral gaúcho. El riesgo principal de estos sistemas no es sólo el viento y los tornados que pueden formar, sino la gran cantidad de lluvia que provocan, ocasionando inundaciones, y deslizamientos de tierra. La NOAA, la agencia meteorológica de Estados Unidos, que seguía al fenómeno con uno de sus satélites (GOES) midiendo la intensidad del viento y la presión mínima en su centro, alertó sobre la posibilidad de que el ciclón se convirtiera en un huracán y tocara la costa. La NOAA advertía a las autoridades brasileras en su informe: "prepárense para lo peor".

El martes 9 de marzo por la noche, el meteorólogo Luiz Fernando Natchigall informó que, a pesar de que el ciclón tropical estaba casi parado frente a la costa, había aumentado de intensidad. El viento sostenido en su centro alcanzó los 35 nudos (64,8 Km/h), convirtiendo al fenómeno en tormenta tropical.

Imagen en 3D de la NASA que muestra la estimativa de lluvia y la estructura vertical de la tormenta.
Las torres convectivas alcanzan los 12 km de altura.



Por fortuna, el miércoles 10 de marzo de madrugada, llegaron "noticias tranquilizadoras". Dos modelos internacionales en sus "salidas" señalaban al ciclón sobre la costa, pero no sobre tierra firme. Durante toda la noche el sistema tormentoso casi no se movió, pero por la mañana empezó a derivar hacia el Este, alejándose de la costa.

Hackbart explicó que al ciclón le faltó muy poco para convertirse en un huracán de categoría 1. De haberlo hecho hubiera sido el segundo en ser documentado en la historia del Atlántico Sur. Con esto remarcaba lo extraordinario del fenómeno y lo afortunados que habían sido: "Nunca estuvimos tan cerca de tener un nuevo Catarina". El 11 de marzo el ciclón tropical Anita, bautizado en honor de la esposa brasileña de Giuseppe Garibaldi, al transitar sobre aguas más frías, se convirtió en extratropical pasando a tener un núcleo frío.


Marcado con un óvalo aparece la zona de convergencia de vientos que propicia la formación de huracanes en el Océano Atlántico Norte, frente a las costas de África. En rojo se muestra la elevada temperatura del agua de mar.



Motor a vapor. La primera fase en la formación de estas tormentas es la depresión tropical. Si la presión atmosférica en su centro baja a menos de 980hPa y los vientos a su alrededor superan los 63Km/h es considerado un ciclón o tormenta tropical. Si estos vientos se mantienen y superan los 119km/h pasa a considerarse como huracán. Según la velocidad que alcancen sus vientos se va midiendo su potencial destructivo, hasta el grado cinco de la escala de Zaffir-Simpson. Un huracán de este tipo fue Katrina, que el 28 de agosto de 2005 pasó sobre la ciudad de Nueva Orleáns en Estados Unidos, inundándola y matando a 1.800 personas.

 Trayectoria del Huracán Katrina, que golpeara la ciudad de Nueva Orléans en agosto de 2005.

Dependiendo de la región del planeta donde se formen, llevan distintos nombres. En el Pacífico Oeste, sobre las costas de Japón o China, se les llama tifones. En el Caribe, Golfo de México y Estados Unidos se les llama huracanes. Tanto en el Pacífico Sur como en el Atlántico Sur se les llama ciclones. Pero todos son el mismo fenómeno meteorológico. En la jerga de los meteorólogos la palabra ciclón equivale al de tormenta tropical, el segundo estado de desarrollo, entre la depresión tropical y el huracán. También según la latitud donde se formen, tienen características diferentes. Están los ciclones tropicales, los sub-tropicales y los extra-tropicales y todos ellos son originados por áreas de baja presión.


 El profesor Marcelo Barreiro, Director de la Unidad de Ciencias de la Atmósfera de Facultad de Ciencias de la UDELAR, explica que la diferencia entre un ciclón tropical y un extra-tropical "es de dónde sacan energía para vivir".

Los ciclones tropicales que afectan al Caribe se forman en el Atlántico Ecuatorial, frente a las costas de África en una zona llamada de convergencia intertropical. Allí se dan las condiciones para que se originen áreas de baja presión. Barreiro explica que un ciclón tropical obtiene la energía del calor latente que absorbe de la superficie del océano. "Cuando el agua está muy caliente, evapora y al subir (convección), condensa y libera calor". De ahí el ciclón obtiene la energía para moverse. Por esta razón se dice que el núcleo del ciclón tropical es cálido.



Huracán Earl, a fines de agosto de 2010.



Mario Bidegain, Director de la Escuela de Meteorología y Profesor de la Facultad de Ciencias, lo compara con el acto de "poner un motor en funcionamiento". Explica que el ciclón se va desarrollando con los días, desde su inicio como depresión tropical, luego como tormenta tropical y si las condiciones lo permiten, pasa a etapa de huracán. "El proceso puede durar hasta una semana". Justamente, es allí, frente a África Ecuatorial que se dan las condiciones para que se formen huracanes."Hay convergencia de vientos en superficie, las aguas están cálidas y el cortante vertical de vientos es débil".

Esas estructuras nubosas, con corrientes de aire caliente hacia las capas altas de la atmósfera están desordenadas, pero pueden darse condiciones que las ordenen y formen un huracán. Pero para que esto suceda se necesita la convergencia de vientos en superficie. De esta manera, los vientos alisios del hemisferio sur se juntan con los alisios del norte que vienen de las costas de África del Norte, ambos con dirección Este-Oeste, y empujan a las depresiones tropicales hacia el Caribe.



Gráfico del Centro Nacional de Huracanes de setiembre de 2010. Señala un huracán, Earl y dos tormentas tropicales (o ciclones), Fiona y Gastón. También muestra frente a África una zona donde podía formarse un nuevo huracán, aunque le asignaba sólo un 10% de probabilidades.

 Tres condiciones. En teoría, la región del sur de Brasil no es propicia para la formación de ciclones tropicales, aunque posee una de las tres condiciones: temperatura del agua de mar superior a 26º. Las otras dos juegan en contra. No hay convergencia de vientos en superficie como en Atlántico Ecuatorial y hay una cortante vertical de vientos muy grande en altura. Barreiro explica que la tormenta forma "una columna que atraviesa la atmósfera y una cortante de vientos rompería la estructura y el huracán se moriría". La temperatura es una condición aunque no la única, pero "en el caso de la tormenta Anita se dieron las tres".

Mario Bidegain dice que el requisito de los 26º de la superficie del océano "impide que frente a Uruguay haya tormentas tropicales, porque a esa temperatura el agua no llega por más que sea pleno verano". Pero sí en las costas de Brasil, sobre todo en marzo, y tanto Catarina como Anita se formaron en esa época del año.



Para Bidegain el obstáculo principal son los vientos que actúan en las capas altas de la atmósfera. Explica que los vientos predominantes en latitudes templadas vienen del Oeste y al contrario, los vientos de latitudes tropicales son de componente Este. "Por eso en el caso de Katrina estos vientos lo dirigieron contra el Golfo de México".

Treinta grados de latitud, en ambos hemisferios, es el límite entre los vientos que son de componentes Este a Oeste y los que son de Oeste a Este. "Nosotros estamos justo en el límite", dice Marcelo Barreiro.

Animación que muestra el desarrollo de Anita frente a las costas
del sur de Brasil. 9 de marzo de 2010.



El viento del Oeste. Anita no empezó como una depresión tropical sino como una extratropical de las que ocurren en estas latitudes todos los años y que son desplazadas por los vientos del Oeste, hacia el Este. "Eso es lo típico para cualquier tipo de depresión extratropical", dice Bidegain.

La depresión que formó a Anita, llegó a latitudes en el Océano Atlántico, entre los estados de Santa Catarina y Rio Grande do Sul.

En Uruguay, la noticia fue recogida por la prensa sobre todo por una foto satelital que mostraba que el ciclón llegaba frente a la ciudad uruguaya de Chuy, en la frontera con Brasil. Bidegain explica que lo que se ve en la foto "es la circulación de la depresión tropical, que pasa frente al Chuy". Pero aclara que la zona de vientos más intensos alrededor del ojo del ciclón, estaba frente a las costas de Brasil.

Anita frente al Chuy el 11 de marzo de 2010. El ciclón ya se alejaba de la costa, 
convirtiéndose en un ciclón extratropical al pasar sobre aguas más frías.




Bidegain recuerda que lo curioso de Anita es que estuvo casi tres días estacionada frente a la costa. Opina que cualquier meteorólogo hubiera dicho "que esa baja estaba envejeciendo y por desaparecer". Pero lo que sucedió y que fue anómalo, es que llegado al día 8 de marzo a la noche y el 9 por la mañana, "el ciclón comenzó a caminar hacia atrás y en vez de dirigirse hacia el Este, empezó a ir hacia el continente, hacia el Oeste". Aclara que fue por pocas horas, "pero hizo sonar angustiosas alarmas en Brasil". Al mismo tiempo reconoce que en ese caso no era sencillo pronosticar qué haría Anita, ya que en marzo de 2004 con Catarina ocurrió algo similar. "Comenzó a caminar hacia atrás, pero fue peor porque llegó a tocar tierra, hubo destrozos innumerables y muertos y no hubo ningún tipo de alerta".
La pregunta entonces, es por qué Catarina migró hacia el Este y Anita no.



Mario Bidegan explica que en latitudes templadas, los vientos predominantes vienen del Oeste. "Por eso todos estos fenómenos tienden a moverse hacia el Este". Pero a fines del verano austral, muchas veces en las latitudes de 20, 25 grados sur, "hay una penetración de la franja tropical en nuestras latitudes, y entonces empiezan a predominar vientos de componente Este, típicos vientos de los trópicos". Su explicación es que Anita, tras un par de días fluctuando frente a la costa, gracias a esos vientos del Este, tuvo condiciones propicias para migrar hacia el oeste. Pero el desplazamiento fue por poco tiempo."Luego ocurrió lo esperado: volvieron a cambiar los vientos y empezaron nuevamente a influenciar los vientos del Oeste y el ciclón se internó en el océano".


 Imagen de la NASA de un ciclón extratropical afectando la
Provincia de Buenos Aires y Uruguay. 31 de octubre de 2010.


 

Menos y peores. Para el Atlántico Sur los modelos climáticos pronostican escenarios opuestos. Mario Bidegain dice que uno de ellos es que para mitad del siglo XXI puedan ocurrir tormentas tropicales y huracanes en la costa sur de Brasil. Explica que esto se debería a que a medida que aumenta la temperatura del aire también lo hace la de la superficie del océano. Con ello se tendría una de las condiciones. A esta se le añadiría "que la franja tropical se ensanche y con ello se tendría en esa región de Brasil mayor predominancia de vientos del Este". Ese escenario, temperatura alta del agua y convergencia de vientos en superficie sería muy favorable para la formación de tormentas tropicales a finales del verano austral.

Sin embargo, si ocurrieran estos huracanes del futuro, Bidegain no cree que llegaran por ejemplo a las costas de Rocha: "es muy difícil, diría que casi nulo".



 El Huracán Earl visto desde la Estación Espacial Internacional, el 30 de agosto de 2010. 
Se aprecia el Soyuz, el módulo de descenso ruso.

Marcelo Barreiro es todavía más escéptico. Dice que no conoce ningún trabajo que diga que vaya a haber un aumento de huracanes en América del Sur. Explica que los modelos que pueden hacer eso, cuando son corridos para representar huracanes en nuestra región fallan. El problema es de medición, dice. "Antes de 1990 no se tenía la cantidad de información que se tiene ahora". Ese déficit de información histórica lo tiene todo el Hemisferio Sur, aclara. "No es que estos fenómenos nunca pasaron, tal vez ocurrieron antes, pero no hay forma de saberlo, a menos que hayan tocado tierra". Explica que para hacer un pronóstico de si habrá un aumento de tormentas tropicales al sur de Brasil y si Uruguay podría estar expuesto a la acción de alguna de ellas, se debe investigar las dos condiciones que están en duda. Se sabe que la temperatura del mar va a aumentar pero no si habrá un aumento o disminución en la cortante vertical de vientos en altura y si habrá convergencia de vientos en superficie.

Otro ciclón extratropical afectando a Uruguay. 14 de setiembre de 2010.


Según Barreiro, los resultados de un modelo del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) de la ONU, publicado en 2006, daba que las condiciones del cortante vertical para el año 2100 iban a aumentar. Con este aumento la estructura en columnas de los huracanes no podría formarse. Sin embargo, admite que los últimos modelos, que tienen mejor resolución, señalan que va a haber menos huracanes en el futuro próximo, pero que estos serán de mayor intensidad."En esta ciencia no hay recetas, siempre es una serie de precondiciones, y no una sola cosa, lo que da lugar a un fenómeno".




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