A mediados de los años veinte del siglo pasado una empresa de correo aérea francesa, la Aeropostale, decidió concretar el ambicioso plan de trasladar por vía aérea, correspondencia entre Sudamérica y Europa. La aviación apenas había cumplido veinte años desde que los hermanos Wright alzaran vuelo con su frágil aeroplano. Después de la Primera Guerra Mundial, un industrial francés, Pierre-Georges Latécoére había creado una línea de correo aéreo desde Toulouse, Francia, hasta Dakar en la costa occidental africana. El viaje era peligroso, en parte por los motores primitivos de los aviones, en parte porque sobrevolaban el desierto del Sahara. Uno de aquellos pilotos pioneros fue el escritor Antoine de Saint Exupéry, autor de El Principito.Luego de llegar a Dakar, en Senegal, la correspondencia se trasladaba a barcos que cruzaban el Océano Atlántico hasta Natal en Brasil. El plan consistía en que una posta de aviones correo llevaran las cartas hasta Montevideo, Buenos Aires y de ahí a Santiago de Chile.En 1925 se hicieron los primeros vuelos de reconocimiento, partiendo de Río de Janeiro, repostando en el campo que luego sería la base Boiso Lanza, sobre la calle Mendoza, para seguir hasta Argentina.Un tiempo después, la Aeropostal envió un emisario para que llegara a un acuerdo con el Correo de Uruguay. El 22 de marzo de 1927, se firmó un contrato con el Sr. César Miranda, Presidente del Consejo Administrativo de Correos y Telégrafos. Dio la casualidad que Miranda fuera un entusiasta de la aeronáutica además de ser directivo del Centro Nacional de Aviación.Pronto las cartas escritas por los uruguayos serían transportadas por avión. El 22 de noviembre de 1927 un avión cargado con correspondencia salió de Buenos Aires y descendió en el campo de aterrizaje de Melilla. Lo esperaba personal del Correo y de la Aduana. Se descargó una saca y se entregaron once. El avión siguió su viaje rumbo a Brasil hasta llegar a Natal y de allí un barco cruzaría el océano hasta África. Luego la posta aérea llevaría las sacas hasta Europa.Esto fue un gran avance para las comunicaciones de la región con el Mundo. Por barco una carta podía demorar de 15 a 21 días. En contraste, la Aeropostal prometía llevarla en tan sólo 8 días. Si se eliminaba el traslado en barco entre los dos continentes el tiempo se reduciría mucho más. Pero para ello había que fabricar aviones con motores más confiables para intentar cruzar el Atlántico.
"Albatros" 1928
"Pegaso" 1929
"Ravioles" 1924
Volar de noche
Reducir el tiempo de entrega era vital para el correo aéreo. La ventaja que se ganaba por el día a barcos y trenes, se perdía por la noche. Era necesario seguir volando tras la caída del Sol. Pero años antes de la invención del radar, volar a oscuras, sin más referencias que alguna luz perdida en la oscuridad del campo, era casi suicida. Sin embargo estos pilotos lo hicieron. El piloto Jean Mermoz, amigo de Exupéry, fue el que tomo el reto. El 16 de abril de 1928, a bordo de un Laté 26 partió de Río de Janeiro rumbo a Buenos Aires. Llegó a Uruguay en plena noche. Como el campo de Melilla no tenía balizamiento, el pionero de la aviación uruguaya, Ángel S. Adami, prendió tres fuegos para que Mermoz pudiera aterrizar. Tres tanques llenos de trapos con combustible encendido formando un triángulo, le indicaron al piloto el ingreso a la pista y la dirección de la misma. Así comenzó el correo aéreo nocturno.
Antoine de Saint-Exupéry (con chaqueta de cuero y gafas de aviador), era recibido como un héroe cada vez que llegaba por primera vez a una localidad, en sus vuelos de exploración de las nuevas rutas aéreas. Aquí se lo ve en Santa Cruz, en la Patagonia Argentina, a fines de los años veinte.
Al mismo tiempo, Saint Exupéry volaba al sur de Argentina hasta la Patagonia, extendiendo las líneas de correo aéreo. Henri Guillaumet, uno de sus amigos, cruzaba la cordillera de los Andes todos los días, arriesgando su vida para llevar el correo de Mendoza, Argentina a Santiago de Chile. En uno de estos cruces se estrelló en un lago entre las montañas. Después de soportar temperaturas bajo cero durante tres días y de estar al borde de la muerte, Guillaumet consiguió salir a la precordillera chilena donde fue rescatado.En su libro “Vuelo Nocturno”, Antoine de Saint Exupéry narra los riesgos que tomaban estos pilotos al volar de noche en sus pequeños aviones, guiándose sólo por las luces de los pueblos y estando a merced de las tormentas.Exúpery estuvo varias veces en Uruguay, aterrizando por ejemplo en Pando. También viajó a Paysandú, donde revisó un campo escogido por Adami, para convertirlo en pista auxiliar de la línea que iba a Paraguay. Hoy este campo es la base Tydeo Larre borges, nombre de otro pionero de la aviación uruguaya.Pero faltaba unir por aire Sud América con África. El 12 de mayo de 1930, a bordo de un hidroavión y cargando 125 kg de sacas con correspondencia, Jean Mermoz salió de San Luis en Senegal rumbo a América. Tardó 19 horas de peligroso vuelo, sorteando tormentas y trombas marinas para llegar a Natal. Otro avión retomó la posta llevando las cartas a Buenos Aires sólo cuatro días desde su salida de Francia. Semanas más tarde Mermoz intentó el viaje de vuelta pero su avión se averió, tuvo que amerizar y a duras penas fue rescatado por un barco de la Aeropostale.Pero esta increíble red de correo aéreo tenía los días contados. La crisis económica mundial de los años treinta y los grandes gastos para mantener en vuelo a los aviones llevaron a la empresa a la quiebra. En 1931 la Compagnie Générale Aéropostale fue traspasada al Estado Francés, con la que ser creó Air France. Sin embargo el esfuerzo valió la pena ya que Uruguay conservó la infraestructura aérea y lo más importante, la experiencia de los pilotos y mecánicos uruguayos que continuaron la tarea de ahí en más, de mantener abierto el canal aero-postal con el mundo.
Publicado en el nº 22 de la revista La Posta, del Correo Uruguayo. Octubre 2008.
2 comentarios:
Es increíble pensar como ocurrían las cosas antes. Hoy en dia hasta se utilizan muy poco las cartas con la era de la teconologia. Familiares que tengo viviendo afuera, es como no lo estén porque puedo viajar con facilidad a verlos y suelo comprar constantemente Pasajes a Santiago de Chile desde Buenos Aires
Publicar un comentario